miércoles, 12 de agosto de 2015

por favor, dejar de matarnos.

Estamos sobrecogidas con la actualidad en estas ultimas semanas.

El trabajo en el ámbito comunitario implica que la gente en el barrio te considera una ventana a las situaciones complejas que se dan. 

En este tiempo hemos recibido varias incidencias por violencia machista a las que hemos respondido como hemos podido, siempre de manera insuficiente: no tenemos psicóloga en la entidad, y la casa de la mujer cuenta con una abogada saturada de trabajo y una psicóloga que está lejos del día a día de personas que necesitan una intervención desde la confianza, y que ademas solo interviene "si pasa algo" y posterior a una orden de alejamiento que cubre legalmente a la persona pero no es un escudo.

A nuestras niñas y adolescentes no les sirven los talleres que les dan para decirles que no deben tolerar el machismo, porque las dinámicas de aceptar o no eso en sus relaciones, son mas profundas y tienen que ver con la gestión de su autonomía día a día.

Hoy se nos viene como mantra todo el rato la misma frase: por favor, dejar de matarnos.

Pero,para que no nos maten tiene que haber programas educativos que se desarrollen como proceso y acompañamiento, y no como consumo y muestra de talleres diversos y desconectados entre si que no sirven mas que para dotar de conceptos vacíos la vida diaria. Para que no nos maten tenemos que apostar por la educación emocional y el trabajo en empoderamiento. Para que no nos maten tenemos que dejar de tachar de feminazismo la censura a todos los chistes y micromachismos que se dan en el dia a dia y si importan. Para que no nos maten tenemos que apostar por vincularnos desde los cuidados. Para que no nos maten necesitamos reforzar el tejido social que permite ser ventana a las situaciones de desesperanza. Para que no nos maten necesitamos recursos. Para que no nos maten tiene que haber voluntad política.

Para que no nos maten tenemos que trabajar juntas: las personas.

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